🦊Hellow~
Bienvenidx a la segunda parte (y segunda historia, je, je) de esta sección llamada: Relatos Creepy.
Esta está un poco larga, poco más de 1k de palabras, yep, tal vez ya no entra como historia corta, PERO, sigue siendo relativamente pequeña. Maybe.
Bueno, ¡vayamos con la notita de contexto y el relato en sí!
┋ • < :•: ≫───• Nota del autor •───≪ :•: > • ┋
🖋️La escribí en nov. De 2020, cuando aún estaban las clases en línea; en un tiempo libre que tuve me puse a ver videos de casos paranormales, hasta encontrar uno sobre hospitales, cuando lo terminé quise imaginar una situación que no hubieran pasado en dicho video.
Me encontraba en la sala de espera del hospital acompañando a mi mamá. Ella leía en silencio y yo estaba sentada a su lado balanceando mis piernas y haciendo bailar a un conejito de peluche encima de ellas; A juzgar por la mirada sarcástica y ademanes que me dirigió supuse que me veía muy infantil para mis 13 años.
Teníamos dos razones para estar aquí, la primera: mi mejor amigo, él y su familia tuvieron un accidente en carretera que por suerte solo tuvieron la pérdida material del coche, decidí comprarle el ‘plushie’ con el que estaba jugando para intentar hacerlo sentir mejor. La segunda razón: mi hermano, el día de ayer tuvieron que operarlo de urgencia, y mamá era la que traía algo para él, su tablet, la cual pedía casi desesperado por tener que estar en cama.
Noté que todas las luces de la sala parpadeaban casi con intervalos de 15 segundos, casi exactamente 15 segundos, ¿cómo lo supe?, pues estaba tan aburrida que me dediqué a averiguar el tiempo que tardaban en hacerlo.
Pronto perdí la noción del tiempo mirando las luces, reaccioné hasta que mi madre me golpeó ligeramente el hombro con su celular diciéndome en voz baja 'deja de ver al techo de esa forma, Elizabeth, pareces loca', y como me llamó por mi nombre y no por algún apodo entendí que estaba molesta, así que la miré sonriendo mientras mis mejillas empezaban a calentarse, después miré a toda la gente que estaba ahí con nosotras, algunos no dejaban de verme raro, quizá ya pensaban que padecía de mis facultades mentales, o algo así.
Suspiré e intenté tragarme la vergüenza.
— ¿Tú ves cómo parpadean? —le pregunté a mi madre en un susurro.
Pero eso sólo empeoró la llamada de atención pues me dijo que dejara de bromear o me castigaría una semana entera.
Un par de minutos después del momento bochornoso escuché un portazo. Fue un sonido tan fuerte, que brinqué ahí sentada haciendo rechinar mi silla de una forma graciosa. Por la reacción de las personas me di cuenta de que solo yo había escuchado tal estruendo, sucedió de nuevo.
No pude hacer más que reírme nerviosa y ponerme mis audífonos.
'Quizá lo estoy imaginando por lo aburrida que estoy', pensé.
Pasaron dos canciones, y dos portazos más, intenté convencerme de que era una puerta grande que ya no podían cerrar y que tal vez todos lo ignoraban.
Justo cuando estaba en la mejor parte de mi canción favorita, "Sweet Candy, de ACDC", otro ruido se escuchó, no era de una puerta, era como cuando tiran algo grande y pesado de metal. Y me asustó tanto que solté un grito casi igual de intenso.
Mi madre fue la segunda en gritar, pero gritó mi nombre completo y me dio un golpe en la cabeza con el libro que había estado leyendo todo este rato, seguido de una regañada intensa.
— ¡¿Cómo que NO ESCUCHASTE ESO?! —me quejé, pero sólo recibí otro golpe literario.
Dejé mi conejito en el bolso de mi madre para poder usar mi celular con ambas manos. Para mi mala suerte no pasó ni un minuto y las luces parpadearon de nuevo, muy seguido y ahora tardaban más de 15 segundos en volver a prenderse.
Pasé saliva y subí el volumen de la música al límite por si escuchaba otra cosa caer u otro golpe.
Cerrando los ojos por el miedo intenté concentrarme sólo en el sonido del rock durante 3 canciones más. Cuando creí que ya nada iba a pasar bajé el volumen y abrí los ojos, todo normal excepto que la gente ya no podía dejar de mirarme de manera extraña cada que les daba la gana.
Como si algo no quisiera dejarme en paz, la tranquilidad se fue, otra vez... y ahora por el grito desgarrador de una mujer llenando un pasillo.
Observé los tres disponibles que teníamos ahí, pero no la vi salir. Sin embargo, el grito se repitió un par de veces más… yo no entendía el por qué nadie reaccionaba ante eso.
Inspeccioné los pasillos, solo pude parpadear un par de veces antes de tener a esa mujer gritándome en la cara. Me quedé atónita, mi cerebro intentaba en vano mandar la orden de gritar, llorar, y pedirle ayuda a mi madre.
— ¡MI PADRE, AYUDEN A MI PADRE, ¡ÉL AÚN PUEDE SALVARSE! —gritaba desesperadamente frente a mí.
Parecía como de unos 30 años, el cabello estaba todo desordenado y sucio, se le notaban algunas heridas en el rostro y cuello, llevaba un pantalón de mezclilla y camisa blanca de manga larga abotonada, la ropa estaba llena de algo parecido al lodo.
Me le quedé viendo fijamente y esperaba oír la voz de mi mamá o siquiera la de alguien de la sala, no podía ser la única desconcertada del lugar. Apenas giré a ver a mi mamá la mujer se dio la vuelta, mi atención volvió a ella.
Siempre creí que las escenas en películas de terror eran demasiado fantasiosas, aún con los efectos especiales tan gráficos.
Aquella mujer era una mitad, como si la hubieran partido desde la cabeza hasta los pies y justo en la mitad… Los músculos estaban expuestos, muy rojos y desgarrados como una tela de cortina vieja. Algunos huesos también estaban ‘sobresaliendo’. Los órganos estaban amontonados entre sí debido a la gravedad.
Caminó hacia la puerta que daba a la salida de la sala de espera, dejando sangre y algún pedazo de quién sabe qué como rastro.
No aguanté más, vomité mientras me levantaba de la silla sin importarme si pisaba algo de ella o empeorar el piso con mis desechos.
Escuchaba un sonido muy agudo y alto junto con algunas expresiones de asco de la gente y por supuesto, mi mamá regañándome.
Apenas respiré hondo escuché gente entrando con una camilla a la sala, se movían a toda velocidad y hablaban a gritos entre sí.
En cuanto terminé de limpiarme los labios observé hacia la camilla, incluso caminé un poco para alcanzar a ver, se trataba de un señor mayor al que le intentaban estabilizar, había mucha sangre en su ropa, y noté uno de sus brazos roto, más que eso, estaba doblado en tres partes.
Luego escuché varias voces de donde parecía ser por donde entraron. El personal del hospital discutió si meter a la otra persona accidentada o no porque aún mostraba signos vitales.
Antes de ir a investigar más mi madre me jaló del brazo para atraerme a las sillas otra vez, "No te metas en algo que no tienes nada que ver, quédate sentada, voy a pedir que limpien lo que hiciste" me dijo furiosa.
Más discusiones inundaron la sala mezclada con los murmullos de las demás personas, yo estaba tan aturdida por lo sucedido que sólo capté un par de palabras: bolsa y carne.
A pesar de lo que me dijo mi madre, me levanté de la silla y di pocos pasos para no alejarme tanto de la columna de sillas y así poder sentarme de nuevo rápidamente. Tuve que estirarme un poco pero logré ver un par de enfermeras con expresiones sombrías, otras mostraban algo de asco y un hombre al cual simplemente le veía el trasero ya que intentaba cargar o guardar una cosa de una bolsa negra como si se tratara de algo ilegal.
Nadie más que yo estaba interesado en el caos así que aproveché para acercarme un poco más.
En seguida me arrepentí de hacerlo. En cuanto el hombre levantó de golpe eso, un medio brazo giró y se dio a notar, sí, medio brazo, justo como se veían los de la mujer que me gritó.
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Aunque *amo* lo dramático en el terror y suspenso, no creo escribirlo “decente”, o bien, personalmente no lo siento así, si no como algo muy ligero, tampoco el ‘gore’. Pero para eso se practica/escribe infinidad de veces. asies
Antes de terminar con este blogsito, les dejo el teaser escrito de la siguiente historia: Susurros.
Entonces vi la persiana negra que servía como entrada, se movía tal cual como si un adulto promedio estuviera moviendo cosas y chocando contra ella. Solté un 'hola' con algo de pena.
Continuaba meneándose así que volví a llamar, pero, al no tener respuesta decidí mirar hacia donde había dejado a mi familia, ya no estaban, supuse que se encontraban dentro de algún local o ya dentro del restaurante que veníamos a probar, mezclé el hielo de mi bebida y giré de nuevo hacia la casita de terror.
Como nadie contestaba, me atreví a pasar el "cinturón de seguridad".
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